Hoy hace dos años que se te paró el corazón.
Hoy hace dos años que tu frágil cuerpo ya no pudo soportar tanto sufrimiento.
Hoy hace dos años que tus órganos dejaron de luchar después de 8 meses y 14 días de ir contracorriente.
Durante todo este tiempo que pasé pegada a tu cama, me pude dar cuenta de las cosas más pequeñas, como que tenías un lunar igual al mio en el mismo lugar. También de lo más grande, darme cuenta la falta que me hacías, y no poder concebir la vida sin ti.
Pero llegó un día en el que mis ojos que con tanto amor te miraban, se topaban con los tuyos en los que no me reconocías. Aveces te descubría una mirada en la que parecía decir
"quién será esta pesada que no se despega de mí, que me achucha con tantos besos y abrazos".
Juro que esas miradas  que no me reconocían, no mermaron mis deseos de que pudieras regresar a casa para poder cuidarte el resto de mi vida o de la tuya, aunque ya nunca vieras en mí a tu hija.

Lo sé, era puro egoísmo, quería que estuvieras a mi lado fuera como fuera, solo pensaba en mí, pero allá donde estés, tu ya no me necesitas, y yo que sigo aquí después de dos años, me sigues  haciendo tanta falta.
Ya pocas cosas puedo hacer por ti, recordarte, llorar tu ausencia, he ir a visitarte al cementerio, limpiar tu lápida en la que reposa tu foto y hablar contigo esperando que te lleguen mis palabras.
Siento un vacío muy grande desde que te fuiste.
Te quiero.
Tu hija aNa.